Retrato: Pierre, 62 años aprendiendo idiomas

Hoy presentamos un nuevo capítulo de nuestra serie de retratos de usuarios de Babbel, con extractos de su vida y sus motivos para aprender un nuevo idioma. Si también deseas compartir tu historia con nosotros, simplemente déjanos un comentario abajo. En esta ocasión te presentamos a Pierre, natural de Bengy-sur-Craon, una región agrícola en la […]
Retratos

Hoy presentamos un nuevo capítulo de nuestra serie de retratos de usuarios de Babbel, con extractos de su vida y sus motivos para aprender un nuevo idioma. Si también deseas compartir tu historia con nosotros, simplemente déjanos un comentario abajo. En esta ocasión te presentamos a Pierre, natural de Bengy-sur-Craon, una región agrícola en la parte central de Francia, cerca de Bourges. A la edad de 73 años, este veterano militar ya había acumulado una amplia experiencia en el aprendizaje de idiomas y ahora ha tomado la decisión de atreverse a aprender español con Babbel.

“Durante los 62 años que llevo aprendiendo idiomas he utilizado numerosos métodos. Sin embargo, Babbel es el único que sigo usando efectivamente y con alegría. Podéis citar esta opinión donde queráis. Saludos, Pierre»

Pierre contactó con nosotros a través de este amable mensaje. Intrigados por su comentario acerca de sus 62 años aprendiendo idiomas, quisimos saber más sobre su experiencia y su larga historia de aprendizaje, que tuvo la amabilidad de compartir con nosotros:

«Como muchas otras personas, comencé a aprender idiomas en la escuela. A los 10 años descubrí el latín y el alemán, a los 12 comencé a aprender griego antiguo. Cuando estaba cursando mi educación superior, en la escuela militar, retomé el alemán y lo estudié de los 23 a los 25 años, y a los 25 comencé a aprender ruso. Mi carrera militar me brindó la oportunidad de aprender idiomas cada vez que era destinado a otro lugar. Entre los 28 y los 31 fui enviado a Chad, donde aprendí la variedad local chad-sudanesa del árabe. En 1990 aprendí polaco y checo. Además de servir en las fuerzas militares, también fui voluntario en diversas misiones en Ghana y Madagascar, donde enseñé francés y a montar a caballo –mi gran pasión toda la vida–. Mientras estaba en la isla, comencé a aprender su idioma autóctono, el malgache. Lo hice inicialmente con la ayuda de un libro y más tarde fui capaz de practicar hablando con las personas del lugar. Si bien nunca he llegado a convertirme en un auténtico políglota, siempre me he esforzado por aprender lo esencial del idioma de los países en que he estado. A mi modo de ver, es simplemente un asunto de cortesía. Es importante tener una mente curiosa y saber decir, cuando menos, «buenos días» y «buenas tardes» en el idioma local. Aprender lo esencial y saber cómo hacer la compra y ordenar en un restaurante es lo mínimo que uno puede hacer.

Ahora estoy en condiciones de aprovechar mi jubilación practicando todas las mañanas la equitación y también viajando. Y, por supuesto, sigo aprendiendo los idiomas de los lugares que visito. Recientemente pude mejorar mi nivel de árabe mientras estaba descubriendo Marruecos. Viajar ha motivado mi pasión por los idiomas. Mi último «flechazo» es el español. Durante uno de mis viajes más recientes a Salamanca, en el noroeste de España, me enamoré de la ciudad y del idioma. Decidí entonces registrarme en Babbel, y ahora estudio español varias veces al día con mi smartphone.

Incluso estudio de noche porque creo que es una manera maravillosa de dormirse en cuanto se apagan las luces. Para mi próximo viaje me he propuesto ir a las Islas Canarias durante el invierno para poner en práctica mi español. Esto me motiva a aprender un poquito más cada día.

De todos los idiomas que he aprendido, el inglés sigue siendo una espina que llevo clavada. He comenzado a estudiarlo varias veces, pero nunca he conseguido continuar con constancia. De cualquier manera, no he perdido la esperanza y tan pronto termine de estudiar español, ¡aprenderé inglés! Todo a su tiempo».

Compartir: