Cómo he transformado mi clase de español: la experiencia de una profesora de idiomas usando Babbel en la universidad

Cristina Pérez Muñoz es especialista en comunicación y enseñanza de idiomas en la Universidad de Fontys en los Países Bajos. Cuenta con una licenciatura en Filología Inglesa y otra en Español como Lengua Extranjera por la Universidad de Salamanca, así como un máster en Educación. Ha trabajado en diversos entornos enseñando idiomas, tales como escuelas […]

Cristina Pérez Muñoz es especialista en comunicación y enseñanza de idiomas en la Universidad de Fontys en los Países Bajos. Cuenta con una licenciatura en Filología Inglesa y otra en Español como Lengua Extranjera por la Universidad de Salamanca, así como un máster en Educación. Ha trabajado en diversos entornos enseñando idiomas, tales como escuelas de secundaria, la universidad y organizaciones empresariales, tanto en España como en el Reino Unido, Rumanía y los Países Bajos. Le encanta viajar y aprender los idiomas hablados en los lugares que visita.


Como profesora de español, uno de los trabajos más arduos y que requieren más tiempo es la corrección, al inicio de cada clase, de los ejercicios hechos en casa. Los alumnos deben hacer siempre sus tareas para practicar lo que aprenden en el aula y asegurar así que van asimilando el contenido pertinente. De este modo, la información que los alumnos reciben se convierte rápidamente en algo que son capaces de producir por sí mismos. Además, el tiempo para corregir las tareas en el aula se podría invertir en practicar conversaciones reales. Muchos profesores se encuentran ante este dilema: ¿es positivo pedir a los estudiantes que hagan tareas en casa? ¿Verdaderamente añade valor al proceso de aprendizaje? Y, lo más importante, ¿realmente merece la pena considerando el esfuerzo que implica?

Hace algunos años escuché hablar por primera vez sobre la metodología de clase invertida y me despertó una curiosidad inmediata descubrir cómo aplicarla y cuáles serían las posibles implicaciones para la enseñanza de idiomas. La metodología de clase invertida requiere que los estudiantes aprendan la teoría en casa de manera independiente, lo que deja mucho más tiempo para practicar las habilidades que necesitan adquirir en un entorno estructurado y de apoyo durante la clase. Con la metodología de clase invertida, los estudiantes primero se pueden exponer a un nuevo concepto o idea en casa, y luego se pueden centrar en la parte de procesamiento del aprendizaje (sintetizar, analizar y solucionar problemas) con el profesor y sus compañeros. Tal vez suene demasiado bien para creer que es cierto, pero supone un nuevo modo de enseñar que es posible gracias a la difusión de internet y de las potentes herramientas de aprendizaje digital. La metodología de clase invertida ayuda a los profesores a emplear de manera más eficiente el tiempo en clase y mejorar los resultados del aprendizaje. Con esta idea en mente, comencé a imaginarme cómo una herramienta de aprendizaje de idiomas podría permitirme probar este método en mis propias clases.

Entonces descubrí el potencial de Babbel. Había estado usando la app para aprender holandés desde que me mudé a los Países Bajos. Después de utilizar Babbel durante algunos meses, me di cuenta de que podría ser una herramienta efectiva para una clase invertida.

Quería observar cuál era el impacto que una metodología de clase invertida podía producir en el proceso de aprendizaje de idiomas y comprobar por mí misma si me podría ayudar a utilizar el valioso tiempo de mi clase de una manera más efectiva. Por este motivo me puse en contacto con Babbel para comenzar una colaboración con la Universidad de Fontys, donde actualmente imparto español para principiantes. Ahora, algunos de mis grupos usan Babbel como una herramienta complementaria para aprender español.

En la práctica funciona de una manera muy sencilla: yo elijo un tema y mis estudiantes practican en casa con lecciones de Babbel relacionadas con dicho tema, por ejemplo, cómo saludar o pedir en un restaurante. Luego, en el aula, realizamos actividades en las que pueden practicar lo que han aprendido por sí solos. Y, por supuesto, si hay alguna pregunta sobre la teoría, doy explicaciones adicionales y proporciono ejemplos para ayudarles a dominar estos nuevos conceptos. Si en nuestra siguiente clase vamos a cubrir las horas, por ejemplo, le pido a mis estudiantes que completen tres lecciones de Babbel del Curso para principiantes: “¿A qué hora nos encontramos? 1, 2 y Repaso”. De este modo, cubren el contenido teórico en casa, y, en la clase, realizamos actividades orales, representaciones de roles y juegos en los que practicamos lo que han aprendido independientemente.

Los resultados no podrían ser mejores. El ritmo de aprendizaje ha aumentado y mis estudiantes se sienten más cómodos a la hora de hablar en clase. No está claro si esta mejora se debe a la forma en que Babbel hace posible que construyan un vocabulario más amplio por cuenta propia, o si el aprendizaje de nuevas estructuras y palabras en contextos diferentes les ayuda a transferir lo que han estudiado y a aplicarlo en clase más tarde. Pero una cosa sí está clara: la comprensión lectora y auditiva, las habilidades orales y la confianza para hablar han mejorado notablemente.

Algunos docentes pueden pensar que un software para aprender idiomas puede suponer una amenaza para la enseñanza tradicional y que las apps de idiomas podrían reemplazar un día a los profesores en las clases, pero no es mi caso, ya que pienso todo lo contrario. Como profesora, me gusta usar las ventajas que la tecnología ofrece, como proporcionar material relevante a los estudiantes e incrementar la cantidad de tiempo que interactúan y practican su español. Así puedo  emplear más tiempo en clase para hacer mi trabajo, que es lo que mejor sé hacer: enseñar. Gracias a Babbel, mis clases son más eficientes, los estudiantes aprenden más rápido y todos estamos satisfechos con la metodología de aprendizaje que esta herramienta nos brinda.

 

 

Compartir:
Zach Sporn

Zach nació en Queens, Nueva York. Ha vivido en Montreal, Budapest y, durante los últimos 6 años, en Berlín. En Babbel, se encarga de facilitar el intercambio de conocimientos especializados y puntos de vista entre sus colegas e investigadores de diversas disciplinas académicas, como la lingüística y la economía. Le encantan el rap de los 90, el funk de los 80 y el soul de la vieja escuela.

Zach nació en Queens, Nueva York. Ha vivido en Montreal, Budapest y, durante los últimos 6 años, en Berlín. En Babbel, se encarga de facilitar el intercambio de conocimientos especializados y puntos de vista entre sus colegas e investigadores de diversas disciplinas académicas, como la lingüística y la economía. Le encantan el rap de los 90, el funk de los 80 y el soul de la vieja escuela.