Retrato de usuario: conociendo a Richard Janssen

Digamos que Richard Janssen sabe un par de cosas sobre los idiomas. Al igual que nuestro Matthew Youlden, Richard es hiperpolíglota. Tras conocer sus habilidades lingüísticas, Sam Taylor decidió ponerlas a prueba (eso sí, con un poco de ayuda de Babbel, por supuesto). Primera parte, conociendo a Richard y sus motivaciones.
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Digamos que Richard Janssen sabe un par de cosas sobre los idiomas. Al igual que nuestro Matthew Youlden, Richard es hiperpolíglota. Tras conocer sus habilidades lingüísticas, Sam Taylor decidió ponerlas a prueba (eso sí, con un poco de ayuda de Babbel, por supuesto).

Primera parte, conociendo a Richard y sus motivaciones.


Hace un tiempo, recibí un e-mail muy interesante. Bueno, en realidad recibo muchos correos electrónicos, pero por lo general con asuntos tipo «mira este perro» o «tu nómina está lista». Este era, sin embargo, mucho más especial. Era un e-mail de un tal Richard Janssen, un joven de 26 años de Venlo, en los Países Bajos. A modo de introducción, se describió a sí mismo como «fetichista lingüístico» (supongo que «genio lingüístico» hubiera resultado pretencioso) y sugirió que sería divertido trabajar juntos.

Sin embargo, la parte que más me llamó la atención de Richard es que habla diez idiomas. Con la esperanza de descubrir al próximo Matthew Youlden enseguida le di respuesta.

“¿Elegiste Babbel para aprender?”

Pues bien, resultó que no, Richard no había probado Babbel. Algunos dicen que las formas tradicionales de aprendizaje son las mejores y la verdad, es comprensible, después de todo la gente ha aprendido idiomas durante muchos años sin necesitar superordenadores miniatura en sus bolsillos. Pero el progreso es el progreso y pensé que tal vez aún podría convencer a Richard. «¿Por qué no darle una oportunidad?», pensé.

Tras algunos intercambios de e-mails y un par de llamadas, trazamos juntos un plan. Resultó que Richard trabajaba como traductor en una empresa que etiqueta alimentos de todo el mundo. Buena parte de los socios de la empresa eran de Turquía, pero Richard no podía comunicarse con ellos en su idioma nativo (supongo que algo poco común para un hiperpolíglota).

Perfecto. Teníamos todos los ingredientes necesarios para un reto lingüístico épico: Richard aprendería turco con Babbel durante un mes, lo pondría en práctica en un contexto de negocios y después nos contaría qué tal había ido. Estaba convencido de que sería un buen Matthew Youlden.

Desde el principio

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Nuestra historia ya tiene un héroe y como todo buen héroe tiene unos orígenes, una buena historia que contar. La de Richard comienza en la pequeña ciudad de Venlo, cerca de la frontera alemana en el sur de los Países Bajos. De niño creció entre el húngaro de su madre y el dialecto Venloos de su padre. El Venloos pertenece a una familia de dialectos regionales conocidos en conjunto como el limburgués, oficialmente reconocido como lengua en el Parlamento Europeo.

El bilingüismo fue suficiente para Richard hasta que empezó la escuela. Por supuesto, las clases en los colegios de los Países Bajos eran en holandés, pero Richard no sabía hablarlo, de forma que sus padres y maestros tuvieron que enseñarle. Ya van tres idiomas.

En su tiempo en la escuela primaria aprendió gradualmente inglés (gran parte del entretenimiento en los Países Bajos solo está disponible en inglés con subtítulos) y en la escuela secundaria, agregó alemán y francés a su repertorio. El aprendizaje de idiomas era «solo una clase más» en esa etapa, no obstante, ya empezaba a destacar con los idiomas. Para no perder la cuenta, ya van cinco o seis idiomas, dependiendo de cómo se interprete la competencia de Richard en francés.

Sin embargo, hablar seis idiomas no le parecía a Richard nada particularmente especial, al fin y al cabo, era un holandés en una ciudad fronteriza: se presuponía el multilingüismo. De donde yo vengo, eso te convertiría en un auténtico genio, pero Richard quería más, quería demostrárselo a sí mismo y a sus futuros empleadores (aquí está su perfil de LinkedIn, por cierto). Por eso optó por aprender tres idiomas más en sus primeros tres años de la universidad.

En el primer año, decidió mejorar su oxidado francés. En el segundo participó en un programa de intercambio en Italia y añadió el italiano a su lista. En el tercer año estudió en España y por supuesto, aprendió español (ya van 8 idiomas).

¿Y no serían suficientes ocho idiomas para conseguir un buen trabajo? No necesariamente. Decidió seguir aprendiendo.

«Al principio empecé a aprender idiomas por razones profesionales», reconoce. «Pero ahora solo estoy interesado en aprender idiomas que signifiquen algo para mí en un plano más personal. No se trata solo de aprender idiomas, se trata de la gente, la cultura, la historia e incluso la comida. Por ejemplo, soy un gran fan de la comida italiana”.

Suma y sigue

 

Sin embargo, el ávido interés de Richard por el aprendizaje de idiomas no acabó aquí. Se propuso también dominar los dialectos de las personas que le animaron a aprender. En España, por ejemplo, aprendió  el típico -y también difícil-  acento andaluz, mientras que en Italia consiguió hablar como un verdadero boloñés.

«He viajado muchísimo en Italia», me dice. «La gente que conocí allí a menudo me preguntaba si era del norte, ¡así que supongo que puedo decir que me fue bastante bien! «

Animado por su temprano éxito (y su creciente reputación como políglota), después de sus estudios Richard añadió dos idiomas más a su lista. Portugués, a petición de la familia de un amigo que recibía visita de Brasil y, a continuación, sueco, porque «eran los vuelos más baratos».

Todo ello mientras estudiaba o trabajaba a tiempo completo, encontrando tiempo también para dedicar a sus otros intereses: el periodismo, la música y la comida. Especialmente a este último, Richard creó un blog de recetas que puedes leer aquí (en inglés).

Y esto nos lleva directamente al momento en el que Richard se puso en contacto con Babbel por primera vez.

El reto

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El desafío de Richard para aprender el turco solo tenía una regla:
Solo aprenderás con Babbel

El objetivo era asegurarse de que el experimento fuera lo más científico posible, aunque no fuera tal. Solo quería asegurarme de que Richard no colaría en el experimento ningún libro de la biblioteca que sesgara los resultados.

En realidad, en un sentido estricto, Babbel no era el único recurso de aprendizaje que Richard tenía a su disposición. Cuando aprendemos un nuevo idioma, el secreto del éxito es hablar con la gente. Cuanto antes, mejor, con errores y todo: «Just do it» (hazlo), como dice el eslogan publicitario. Sabíamos que Richard estaba en estrecho contacto con hablantes nativos de turco, y como estudiante avanzado de lenguas que era, sabía perfectamente que se trataba de un recurso muy valioso del que sin duda sacaría provecho.

Aparte de esta limitación, a Richard se le permitía aprender tanto o tan poco como quisiera. Tendría su propio horario, su propio ritmo. Podría aprender en el autobús, en el tren o en cualquier otro lugar que prefiriera. O ignorar el reto durante 29 días y hacer un sprint final de 24h, como quisiera. Pero de nuevo, estaba seguro de que Richard sabía lo que tenía que hacer.  Cualquier persona que ha aprendido con éxito una lengua sabe que lento y seguro se gana la carrera. La clave: poco, pero constante. Para una persona que ya ha aprendido 10 idiomas… se da por sentado.

Nos lanzamos. Dentro de 30 días tendré de nuevo una charla con Richard para ver qué ha conseguido en este mes con Babbel.

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Samuel Dowd

Samuel Dowd pasó sus años de formación entre Reino Unido e Irlanda. Se graduó en Escultura y en Filosofía y Artes Temporales y trabaja como artista, cineasta, jardinero, escritor y, en Babbel, como redactor para inglés británico. Su pasión por todo aquello experimental (sea arquitectura o agricultura ecológica, pasando por la música y la poesia en varios idiomas) lo ha llevado a viajar por medio mundo. Vivió en Finlandia, Nueva Zelanda, Austria y Croacia antes de establecerse en Berlín en 2013. Ha traducido muchas obras literarias raras y maravillosas al inglés. Su nuevo desafío es aguantar la respiración bajo el agua sin pensar nada en ningún idioma el mayor tiempo posible.

Samuel Dowd pasó sus años de formación entre Reino Unido e Irlanda. Se graduó en Escultura y en Filosofía y Artes Temporales y trabaja como artista, cineasta, jardinero, escritor y, en Babbel, como redactor para inglés británico. Su pasión por todo aquello experimental (sea arquitectura o agricultura ecológica, pasando por la música y la poesia en varios idiomas) lo ha llevado a viajar por medio mundo. Vivió en Finlandia, Nueva Zelanda, Austria y Croacia antes de establecerse en Berlín en 2013. Ha traducido muchas obras literarias raras y maravillosas al inglés. Su nuevo desafío es aguantar la respiración bajo el agua sin pensar nada en ningún idioma el mayor tiempo posible.